Bolsa creada por chilenos revoluciona las exportaciones de fruta

El plástico es transparente, menos flexible que el de una bolsa de supermercado. No tiene olor. Parece el forro delgado de un cuaderno, pero con pequeños agujeros como de una perforadora.

Nada habla de su secreto: en sus partículas tiene materiales que permiten que algunas frutas, como uvas y arándanos, lleguen a los mercados de destino con menor riesgo de deshidratarse o de tener hongos.

Tampoco luce nada que permita pensar que hubo cerca de diez años de investigación y pruebas de laboratorio para llegar a ella, y que ya tiene categoría mundial: se comercializa en más de diez países y recientemente obtuvo una aprobación especial por parte del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) para usarla en ese país.

Pero es un desarrollo chileno de impacto mundial.

Tradicionalmente, una caja con uva de mesa de exportación tiene una capa de papel en la base y los costados, una bolsa contenedora de la fruta y un dispositivo en la parte superior que genera anhídrido sulfuroso ante los cambios de temperatura o humedad, para controlar la pudrición que puede provocar el hongo de la botrytis. Sin embargo, quienes usan la SmartPac, como bautizaron a la bolsa desarrollada por la empresa Quimas, no necesitan envolver la fruta con nada más.

Esto porque la bolsa contiene pequeñas partículas de anhídrido sulfuroso, que libera en forma homogénea.

“Es la primera innovación real que hay en generadores (de anhídrido sulfuroso). Ha habido evoluciones, pero siempre con una emisión unidireccional, de arriba hacia abajo. Smartpac es mutidireccional, por lo que nunca emite muy agresivamente el gas, que llega a todos los lados de forma más homogénea”, explica Felipe Illanes, gerente comercial de Quimas.

El dispositivo tiene otras ventajas: hace más eficiente el uso de la mano de obra en los packings -en cerca de 20%-, elimina el riesgo de contaminación de la fruta con el anhídrido sulfuroso y es reciclable.

En cuatro años ya están en doce países, entre ellos Sudáfrica -el segundo mayor productor mundial de uva de mesa-, donde dominan el 30% del mercado del embalaje, y Europa, donde venden más de dos millones de bolsas al año.

La partida

La empresa matriz de Quimas, Quimetal, es una de las que ofrece los generadores tradicionales para la uva de mesa, de los cuales Chile es el mayor fabricante mundial. Allí, hace unos diez años notaron que había mucho interés en Europa -sobre todo en Inglaterra- por eliminar el uso del anhídrido sulfuroso en las frutas, el que es fundamental para que las uvas lleguen en buenas condiciones.

Por eso, quienes manejaban la línea de negocio de los generadores -Thomas Henke y Andrés de Witt, quienes hoy lideran SmartPac- comenzaron a investigar soluciones y encontraron en Australia un sistema que permitía distribuir el material químico dentro del plástico y encapsularlo. Pero solo existía a nivel de laboratorio y no estaba pensado para las uvas, por lo que compraron la patente y la adaptaron.

“El plástico es como un pellet y, al armar la bolsa, hay unos transparentes y otros blancos. Estos últimos son los metabisulfitos, que generan el anhídrido sulfuroso”, explica Felipe Illanes.

SmartPac es alrededor de 8% más cara que el valor promedio de un embalaje tradicional. Sin embargo, afirman que tiene otras variables que la hacen más económica. “Tiene ventajas en logística, porque en las bodegas tienes que tener un solo producto. También genera eficiencia en el packing, por la rapidez, y en el proceso, porque como la ventilación es más homogénea en la bolsa al no tener el resto de los materiales, el frío entra y fluye más rápido en la caja. Y tiene una ventaja para el recibidor, porque es el único dispositivo reciclable”, sostiene Illanes.

La autorización del USDA

Una vez que desarrollaron el producto, comenzaron a posicionarse rápidamente en distintos países. Pero Chile quedó atrás, porque el principal mercado de destino para la uva de mesa nacional es EE.UU., donde hasta ahora no estaba permitida la SmartPac, ya que se exigía un embalaje con mayor nivel de ventilación.

“Estados Unidos requería de 0,9% de ventilación, que es mucho para nosotros, porque no tenemos otros embalajes para resguardar la fruta de una sobreventilación, con lo cual se iría el anhídrido sulfuroso mucho más rápido y podría generar la deshidratación de los racimos. Nosotros tenemos 0,3% y eso nos dejaba fuera de ese mercado”, detalla Felipe Illanes, y agrega que la ventilación se exige por el requerimiento de fumigar las uvas al ingresar a ese país.

Sin embargo, tras un proceso de aprobación que solicitaron hace cuatro años junto a la Asociación de Exportadores (Asoex) y el SAG, el mes pasado recibieron la autorización del USDA para usar SmartPac.

“Nos exigían demostrar que nuestra ventilación de 0,3% era equivalente a la de 0,9% con el embalaje tradicional, lo que hizo una entidad aparte, primero en Estados Unidos y luego en Chile”, dice Mauricio Davanzo, gerente comercial de Quimas, y asegura que la llegada de la carta de aprobación del USDA fue tan sorpresiva que no alcanzaron a hacer despachos con SmartPac esta temporada a ese mercado.

Arándanos y otras frutas

Los arándanos tienen problemas similares a las uvas para mantener su condición, por lo que esta temporada lanzaron una versión de SmartPac para estos berries, que se está comercializando en Chile y Argentina, y que pretenden distribuir en Europa.

Nuevamente, la piedra de tope es Estados Unidos, esta vez porque el compuesto que libera el anhídrido sulfuroso, el metabisulfito, no está autorizado para ser usado en arándanos. Por ahora están en negociaciones para conseguir su aprobación, lo que podría tomar algunos años.

“Es un proceso largo, pero llevamos ya un tiempo viendo esto y hay algunas posibilidades de que lo autoricen”, detalla Felipe Illanes.

Además, la empresa tiene una línea de desarrollo que cuenta con un laboratorio y cuatro investigadores dedicados a analizar nuevas opciones.

Entre ellas, la que ha cobrado más fuerza es la búsqueda de otras aplicaciones para este sistema, tanto en nuevas especies como mediante la utilización de otros ingredientes activos.

“Estamos buscando con qué podríamos ingresar a las cerezas y carozos, o también las manzanas, aplicando siempre la misma tecnología, que es la distribución del componente activo en el plástico”, proyecta Felipe Illanes.

Fuente: El Mercurio – Campo

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